En marzo pasado, un terremoto de 8.9 sacudió en Japón; desastre que provocó un tsunami con olas que alcanzaron hasta los 10 metros y una severa crisis nuclear, donde explosiones y fugas se han presentado en la planta ubicada en Fukushima. Todo esto tuvo severas consecuencias y hasta la fecha el país se encuentra en etapa de recuperación.
Sin embargo, el levantamiento de la nación nipona no parece ponerse en duda en ningún momento. Luego de que se publicara una carta escrita por un inmigrante vietnamita que vivió la tragedia, se vivió un aire de esperanza en el mundo entero, pues la carta resultó ser un testimonio de la fuerza del espíritu japonés, menciona eldiarioalmomento.com.
La carta fue escrita por Thanh Minh, quien trabajó en Fukushima como policía e iba dirigida a un amigo de Vietnam. Esa fue publicada New America Media, y dice así:
Hermano,
¿Cómo estás tú y tu familia? Estos últimos días, todo era un caos. Cuando cierro mis ojos, veo los cadáveres. Cuando abro los ojos, también veo los cadáveres.
Cada uno de nosotros debe trabajar 20 horas al día, sin embargo, me gustaría que hubiera días de 48 horas, para que podamos seguir ayudando y rescatando gente.
Estamos sin agua y electricidad, las raciones de alimentos se encuentran cerca de cero. Apenas se consigue trasladar a los refugiados antes de que haya nuevas órdenes para trasladarles a otro lugar.
Actualmente estoy en Fukushima, a unos 25 kilómetros de la planta de energía nuclear. Tengo tanto para decirte que si pudiera escribirlo todo, seguramente se convertiría en una novela acerca de las relaciones y comportamientos humanos en tiempos de crisis.
Aquí la gente mantiene la calma – su sentido de la dignidad y el comportamiento adecuado son muy buenas – así que las cosas no son tan malas como podrían serlo. Pero dado una semana más, no puedo garantizar que las cosas lleguen a un punto en que ya no se pueda proporcionar la debida protección y el orden.
Son seres humanos después de todo, y cuando el hambre y la sed reemplacen la dignidad, van a hacer lo que tienen que hacer. El gobierno está tratando de proveer suministros por vía aérea, con alimentos y medicinas, pero es como dejar caer un poco de sal en el océano.
Hermano, hubo un incidente realmente conmovedor. Se trata de un niño japonés que enseñó a un adulto como yo, una lección sobre cómo comportarse como un ser humano.
Ayer por la noche, me enviaron a una escuela de gramática para ayudar a una organización de caridad a distribuir alimentos a los refugiados. Era una larga fila que serpenteaba un lado a otro y vi a un niño de alrededor de 9 años de edad. Llevaba una camiseta y un par de pantalones cortos. Estaba haciendo mucho frío y el niño estaba en el final de la cola. Me preocupaba que en el momento que le llegara el turno, no hubiera ningún alimento. Así que hablé con él. Dijo que estaba en la escuela cuando ocurrió el terremoto. Su padre trabajaba cerca y se dirigía a la escuela. El estaba en el balcón del tercer piso cuando vio el coche de su padre barrido por el tsunami.
Le pregunté acerca de su madre. Dijo que su casa está junto a la playa, que su madre y su hermana pequeña, probablemente no se salvaron. Volvió la cabeza, se secó las lágrimas cuando le pregunté acerca de sus familiares. Estaba temblando por lo que me quité la chaqueta de policía y se la puse a él. Ahí fue cuando mi bolsa de ración de alimentos se cayó. La recogí y se la di a él. “Cuando llegue tu turno, podrías quedarte sin alimentos. Así que aquí está mi parte. Yo ya comí. ¿Por qué no te lo comes?”
El muchacho tomó mi comida, se inclinó. Pensé que se lo comería de inmediato, pero no lo hizo. Tomó la bolsa, se acercó al principio de la cola y la puso con toda la comida que estaba esperando para ser distribuida.
Me sorprendió. Le pregunté por qué no se lo comía, en vez de añadirla a la pila de los alimentos. Él respondió: “Porque veo a gente con mucho más hambre que yo, si lo pongo allí, se van a distribuir los alimentos por igual…” Cuando escuché eso me di vuelta para que la gente no me viera llorar.
Una sociedad que puede educar a un niño de 9 años de edad, que entiende el concepto de sacrificio por el bien común, es una gran sociedad, un gran pueblo.
Bueno, en estas pocas líneas envío a ti y a tu familia mis mejores deseos. La hora de mi turno ha llegado nuevamente.
Ha Thanh Minh
Las palabras de este hombre conmovieron a más de uno y de ahí que se destacarán 10 puntos importantes sobre los japoneses. Con información del sitio manza2ning.com y el blog seguridadysalud, estas son 10 cosas que debemos aprender de los nipones.
1.- La calma. El dolor por todo lo ocurrido era de esperarse, pero ese sentimiento ha sido llevado dignamente.
2.- La dignidad. Para poder comer, los japoneses tenían que hacer lagar filas, esperando alguna ración. En esta situación, no se vio reflejada en hechos violentos, gestos o palabras duras, la desesperación, agurdaban su turno.4.- La gracia. Las personas sabían que no sólo ellos se encontraban en una situación de desgracia, sino el pueblo entero, por lo que hacían las compras más necesarias, lo que ocuparan al momento, para así, asegurarse de que todos pudieran conseguir algo.